Jesús, en la Última Cena, manifestó claramente que su muerte iba a ser un sacrificio por los hombres y que constituiría la Nueva y Eterna Alianza entre Dios y el Nuevo Pueblo, que es la Iglesia.
Con la Nueva Alianza que se instituye con la muerte de Cristo, cumplirá Dios su promesa, anunciada por los profetas, de salvar a su pueblo y librarlo de sus pecados. Aunque hay que añadir que Jesús se atribuye la misión de redención universal, es decir, que ha venido a salvar a todos los hombres.
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